Un solo ciprés quedó en pie. En el lugar donde trabajaba Cayetano había un patio. Pero no era un patio más. Tenía diezcipreses frondosos, altos, muy altos, medían unos veinte metros, más o menos. Sus follajes, deun verde oscuro intenso, eran el cobijo de cientos de pájaros que en los atardeceresrevoloteaban la zona. Los árboles […]